Poco se inventa en política. Por mucho que nos
quieran vender renovaciones de todo a cien, lo que hay es fruto de una
tradición, de una escuela, de prácticas que nacieron hace siglos, desde la
venerada cuna de la democracia ateniense hasta los príncipes maquiavélicos,
desde la encumbrada revolución francesa y las luces ilustradas hasta las
organizaciones surgidas tras la Segunda Mundial para neutralizar tentaciones
totalitarias. Cada país ofrece sus singularidades para personalizar el producto, se modela con
héroes y villanos autóctonos, mentiras pródigas, la línea del engaño surcando
la palma de la mano de un pueblo que siempre pringa. El río que discurre por la
historia y que se estanca en los discursos rancios que atosigan hoy nuestros
oídos tiene unas fuentes. Aunque las sospechas, luciérnagas en las tinieblas,
apunten a períodos sórdidos, es complicado llevar las pruebas ante el juez.
Después del desmontaje del estado del bienestar
con precisión de relojero suizo por parte del rajoyismo, vuelve el tiempo de
las grandes mentiras. Época de espejismos. ¡La recuperación! Aquí la tenemos,
sin duda alguna, quien no la vea es un cenizo malintencionado. Tres cifras
macroeconómicas cambian la vida cotidiana, nada importa el paro acuciante y la
precariedad laboral, los umbrales de pobreza que atrapan a más gente, que
desahucien familias a troche y moche, que se recorten derechos. ¡Falacias de
rojos!
Este fin de semana adquirí por un euro (la cultura
está por los suelos) una fuente de la que ha debido beber el actual presidente
del gobierno para fortalecer su rostro de cemento armado. Compendio de Historia de España, desde las más remotas épocas hasta
1939. Autor: R.P.Ramón Ruiz Amado. Editorial Librería Religiosa. Un manual
perfecto de trucaje histórico.
La primera mentira está en el límite temporal.
El autor se alarga hasta el fin de la segunda guerra mundial con el único
objetivo de babear con el temple del gran Caudillo. Y de paso inspirar a Rajoy
con una visión de la posguerra que para sí quisiese cualquier país
desarrollado. El hambre devoraba a una población famélica y se fusilaba sin
piedad a los disidentes que se enterraban en cunetas kilométricas para olvidar
a marchas forzadas la media España derrotada. Igual que hoy, igual que siempre,
el autor se inventa la realidad y escribe sin rubor:
Cuán
sabia y prudentemente obró nuestro Caudillo lo vemos una vez terminada la
guerra, 7 de mayo de 1945, al contemplar una España próspera y del todo
reconstruida, mientras la mayoría de los pueblos de Europa se debaten entre
ruinas.
Supongo que ya saben que la prospera España del
2015 es modelo de recuperación en todos los foros económicos de los mentirosos
globales. Y en el mundo de las nuevas tecnologías son insuficientes los
manuales de apología histórica para cambiar las mentes analfabetas de criterio.
Los publicistas entran en acción para idear un sketch en el que el plasmático
presidente se dedica a dar las gracias puerta a puerta a los sufridos españoles
por su esfuerzo. Vuelvo a las fuentes y encuentro la semilla del despropósito.
¡Dios
salve a nuestra patria! Y nosotros, sus hijos, trabajando cada uno en su lugar,
con el fiel cumplimiento del deber, esforcémonos por restituirle su antigua
grandeza.
Agua que no has de beber, déjala correr.
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