¿Ustedes creen que Nike podría sacarme de probe? ¿Un banner del imperio de las
prendas deportivas en mi blog? No tengo el teléfono del departamento comercial,
o sea, by moment, seguiré vomitando acidez gratis.
Hace unos días que estoy metiendo el pico en las
teorías de José Antonio Marina que anuncian el nacimiento de una nueva
inteligencia. El adjetivo no equivale a inexistente sino a no descubierta. La
criatura ha sido bautizada como INTELIGENCIA EJECUTIVA. La
institución escolar reconocía hasta hace poco a la COGNITIVA (conocimientos) como único material de construcción. Saber, saber, saber, saber y volver a saber. Desde la lista de
los reyes godos hasta las tablas de multiplicar. La capacidad memorística,
lingüística y matemática, sus relaciones y sus dinámicas eran los ladrillos que se juntaban para elevar el edificio de la inteligencia. Se empezó a sospechar que tipos que hacían aguas en alguno de los saberes considerados fundamentales tenían mansiones impersionantes. Llegó Goleman con nuevas cristaleras y puertas y le dio un impulso a un rascacielos que parecía más alto de lo
planificado. Iniciado el siglo XXI aparece un nuevo material constructivo. Básico para la consecución de la ansiada felicidad. Mi hermano (no sé de donde lo ha sacado pero es
una verdad irrefutable) siempre me repite que los tontos (no inteligentes en
las tres dimensiones) no pueden ser felices, o sea, no alcanzas sus metas.
La inteligencia cognitiva (los saberes conscientes
e inconscientes) no son un bien en sí mismo sino una herramienta que se pone al
servicio de una META que ha definido el propio individuo (seleccionarla
y verbalizarla correctamente para que el cerebro se ponga a trabajar) y que se
ayuda de las EMOCIONES para provocar las acciones (fundamental inhibir los
impulsos, neutralizar los miedos, aceptar las críticas, reconfigurar las creencias limitadoras) que
le ayudarán a conseguir el objetivo propuesto. La consecución del objetivo llena el depósito de autoestima y no las soflamas
lastimeras con las que se intenta justificar el fracaso.
Yo tenía que escribir este post (META). Me hace
feliz canalizar mis reflexiones hacia mi blog y que sean leídas y compartidas
por mis congéneres. Necesito conocimientos (los expuestos en la reflexión
anterior) y unas destrezas (informática, lingüísticas) para conseguir que el velero
llegue a puerto. ¿Y sobre qué escribir? Mis ojos se fijaron en las zapatillas
deportivas de un alumno, no se rían, Machado fijó su atención en un olmo seco y
le salió un poema cojonudo. En uno de los pasillos más oscuros del instituto la
luz procedente de sus pies sedujo a mis musas. Pensé en la pasta que debían
costar las joyas pedestres. Lo que se gastan los pipiolos en el acicalamiento
exterior y lo poco que invierten en lo que sostiene las bambas. Me informé
(acción) y eran de imitación, made in China. 50 euros. Las verdaderas cuestan
cerca de 200. Busqué el momento para abordar al muchacho para que me ilustrase
sobre las diferencias. La banderita americana no está pegada en las originales
sino cosida y el talón es algo más fino. Lo demás idéntico. Duran mucho menos
pero el chaval apela a la economía (puede comprarse tres en el tiempo que le
duran las originales) y el vacile (las pibitas no saben los entresijos de la
confección del material Just do it) para justificar su adquisición. Por cierto,
ni rastro del IVA. Tirándole un poco de la lengua me dio noticias sobre la red
de contrabando de material trucado que corre por el instituto y los pingües
beneficios que reporta a los que a la fraudulenta actividad se dedican. Compran
en internet y en el mercado negro local y venden a incautos y poderosos.
El post está escrito. Y si han llegado hasta aquí
ustedes lo han leído. Prueba conseguida por mi parte. Todavía no he
conseguido que Nike se fije en mí. Es una meta demasiado lejana, pero todo se andará.
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