dijous, 5 de juny del 2014

AIR MAX



¿Ustedes creen que Nike podría sacarme de probe? ¿Un banner del imperio de las prendas deportivas en mi blog? No tengo el teléfono del departamento comercial, o sea, by moment, seguiré vomitando acidez gratis.


Hace unos días que estoy metiendo el pico en las teorías de José Antonio Marina que anuncian el nacimiento de una nueva inteligencia. El adjetivo no equivale a inexistente sino a no descubierta. La criatura ha sido bautizada como INTELIGENCIA EJECUTIVA. La institución escolar reconocía hasta hace poco a la COGNITIVA (conocimientos) como único material de construcción. Saber, saber, saber, saber y volver a saber. Desde la lista de los reyes godos hasta las tablas de multiplicar. La capacidad memorística, lingüística y matemática, sus relaciones y sus dinámicas eran los ladrillos que se juntaban para elevar el edificio de la inteligencia. Se empezó a sospechar que tipos que hacían aguas en alguno de los saberes considerados fundamentales tenían mansiones impersionantes. Llegó Goleman con nuevas cristaleras y puertas y le dio un impulso a un rascacielos que parecía más alto de lo planificado. Iniciado el siglo XXI aparece un nuevo material constructivo. Básico para la consecución de la ansiada felicidad. Mi hermano (no sé de donde lo ha sacado pero es una verdad irrefutable) siempre me repite que los tontos (no inteligentes en las tres dimensiones) no pueden ser felices, o sea, no alcanzas sus metas.
La inteligencia cognitiva (los saberes conscientes e inconscientes) no son un bien en sí mismo sino una herramienta que se pone al servicio de una META que ha definido el propio individuo (seleccionarla y verbalizarla correctamente para que el cerebro se ponga a trabajar) y que se ayuda de las EMOCIONES para provocar las acciones (fundamental inhibir los impulsos, neutralizar los miedos, aceptar las críticas, reconfigurar las creencias limitadoras) que le ayudarán a conseguir el objetivo propuesto. La consecución del objetivo llena el depósito de autoestima y no las soflamas lastimeras con las que se intenta justificar el fracaso.
Yo tenía que escribir este post (META). Me hace feliz canalizar mis reflexiones hacia mi blog y que sean leídas y compartidas por mis congéneres. Necesito conocimientos (los expuestos en la reflexión anterior) y unas destrezas (informática, lingüísticas) para conseguir que el velero llegue a puerto. ¿Y sobre qué escribir? Mis ojos se fijaron en las zapatillas deportivas de un alumno, no se rían, Machado fijó su atención en un olmo seco y le salió un poema cojonudo. En uno de los pasillos más oscuros del instituto la luz procedente de sus pies sedujo a mis musas. Pensé en la pasta que debían costar las joyas pedestres. Lo que se gastan los pipiolos en el acicalamiento exterior y lo poco que invierten en lo que sostiene las bambas. Me informé (acción) y eran de imitación, made in China. 50 euros. Las verdaderas cuestan cerca de 200. Busqué el momento para abordar al muchacho para que me ilustrase sobre las diferencias. La banderita americana no está pegada en las originales sino cosida y el talón es algo más fino. Lo demás idéntico. Duran mucho menos pero el chaval apela a la economía (puede comprarse tres en el tiempo que le duran las originales) y el vacile (las pibitas no saben los entresijos de la confección del material Just do it) para justificar su adquisición. Por cierto, ni rastro del IVA. Tirándole un poco de la lengua me dio noticias sobre la red de contrabando de material trucado que corre por el instituto y los pingües beneficios que reporta a los que a la fraudulenta actividad se dedican. Compran en internet y en el mercado negro local y venden a incautos y poderosos.
El post está escrito. Y si han llegado hasta aquí ustedes lo han leído. Prueba conseguida por mi parte. Todavía no he conseguido que Nike se fije en mí. Es una meta demasiado lejana, pero todo se andará.

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