La conjunción copulativa está colocada adrede.
¿Podemos considerar la desgracia presente como semilla de un florecimiento
futuro? ¿Podemos atribuir a un golpe de suerte tremebundo el principio del
precipicio que nos lleve a la ruina? Buena o mala suerte, quién lo sabe (la
disyuntiva obliga a la duda).
En mi última tutoría del año me he despedido de mis cachorros deseándoles buena y mala suerte en la vida. Para no dejarlos perdidos en el desierto de la incomprensión he tenido la precaución de
ofrecerles una explicación con un video sintético protagonizado por Alex Rovira.
Quentin Tarantino trabajó durante años en un
videoclub. ¡Mala suerte! ¡Tanto tiempo perdido! Señor Ácido no ponga usted el
adjetivo tan a la ligera. O Pedro Almodóvar, del mismo gremio, el más
surrealista de nuestros directores que pisaba un día la alfombra roja de Cannes
y al día siguiente llenaba formularios de Telefónica en su Mancha natal. Qué
pensar de mi idolatrado Kafka, toda la vida haciendo seguros. ¿Y Pessoa? Ídem
de ídem. No se compadezcan (que somos muy así), viraron el timón de sus
condicionantes para poner rumbo a su pasión.
Que te metan en un internado de los seis a los
trece años porque tu ambiente familiar es un infierno puede condicionar tu
vida. Que tu madre se cargue a tu padre a los 16 años delante de tus morros es
una putada se mire como se mire. Hablo de Charlize Teron. Para no salir del
pozo y para no poder conseguir un Oscar a los 28 años.
Dominar el teclado y el violín con cinco años es un
regalo de los dioses, componer tu primera sinfonía a los 8 años, una pasada.
¡Qué suerte tuvo Mozart con los dones recibidos! ¿Y ganar una medalla de oro en una Exposición
Nacional de Bellas Artes a los 16 años? ¡Puñetero Pablo Ruiz! ¿Y ser la Voz más
prodigiosa de un país necesitado de héroes? ¿Y ser una estrella de cine a los
trece años? ¿Y tener que prostituirse a los 60 en un programa tan deleznable
como Supervivientes? El pequeño Ruiseñor (Joselito) convertido en el vejestorio
aguilucho. ¿Buena o mala suerte? También viene a la memoria Marisol, uno que
tira de nostalgia.
No sé lo que les espera a estos pipiolos que hoy
acabaron de sufrir mi insistente propuesta por conseguir la libertad que les
hace falta para manejarse en un devenir tan incierto.
De ellos depende.
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