dimarts, 10 de juny del 2014

BUENA Y MALA SUERTE



La conjunción copulativa está colocada adrede. ¿Podemos considerar la desgracia presente como semilla de un florecimiento futuro? ¿Podemos atribuir a un golpe de suerte tremebundo el principio del precipicio que nos lleve a la ruina? Buena o mala suerte, quién lo sabe (la disyuntiva obliga a la duda).
En mi última tutoría del año me he despedido de mis cachorros deseándoles buena y mala suerte en la vida. Para no dejarlos perdidos en el desierto de la incomprensión he tenido la precaución de ofrecerles una explicación con un video sintético protagonizado por Alex Rovira.


Quentin Tarantino trabajó durante años en un videoclub. ¡Mala suerte! ¡Tanto tiempo perdido! Señor Ácido no ponga usted el adjetivo tan a la ligera. O Pedro Almodóvar, del mismo gremio, el más surrealista de nuestros directores que pisaba un día la alfombra roja de Cannes y al día siguiente llenaba formularios de Telefónica en su Mancha natal. Qué pensar de mi idolatrado Kafka, toda la vida haciendo seguros. ¿Y Pessoa? Ídem de ídem. No se compadezcan (que somos muy así), viraron el timón de sus condicionantes para poner rumbo a su pasión.  

Que te metan en un internado de los seis a los trece años porque tu ambiente familiar es un infierno puede condicionar tu vida. Que tu madre se cargue a tu padre a los 16 años delante de tus morros es una putada se mire como se mire. Hablo de Charlize Teron. Para no salir del pozo y para no poder conseguir un Oscar a los 28 años.
Dominar el teclado y el violín con cinco años es un regalo de los dioses, componer tu primera sinfonía a los 8 años, una pasada. ¡Qué suerte tuvo Mozart con los dones recibidos!  ¿Y ganar una medalla de oro en una Exposición Nacional de Bellas Artes a los 16 años? ¡Puñetero Pablo Ruiz! ¿Y ser la Voz más prodigiosa de un país necesitado de héroes? ¿Y ser una estrella de cine a los trece años? ¿Y tener que prostituirse a los 60 en un programa tan deleznable como Supervivientes? El pequeño Ruiseñor (Joselito) convertido en el vejestorio aguilucho. ¿Buena o mala suerte? También viene a la memoria Marisol, uno que tira de nostalgia.
No sé lo que les espera a estos pipiolos que hoy acabaron de sufrir mi insistente propuesta por conseguir la libertad que les hace falta para manejarse en un devenir tan incierto.
De ellos depende.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada