Hoy, por lo menos, el Rey, Moratinos,
Ibarra, Fraga, Gallardón y yo no nos hemos achantado.
No está el horno para bollos y menos para que un
fatuo expolítico mediocre, ramplón y meapilas, azuce a independentistas y
españolistas con un fragmento de sus memorias en el que se autoretrata como
garante de la unidad nacional sin pasar de patético pedante (pp, casualidad
buscada) con ansia de gloria atrasada. El gazpacho de defensores de la patria da
miedo, el mejunje ideológico es de pachuli para arriba.
José Bono ha participado de todos los desmanes que
nos han llevado a esta crisis, es la caspa de la casta, lastre sempiterno del POE (sí
le he quietado la S a propósito). El afán olvidadizo de este país (si tragamos
con la transición qué menos que deglutir a personajes como el exministro de
Defensa) le lleva a aparecer como paladín de la unidad nacional sin que nadie
le haya ajustado cuentas sobre sus gestiones públicas para que se calle de una
puñetera vez (JuanCar podría decírselo con el mismo tono que se le espetó a
Chaves).
Su última escaramuza ha sido de una zafiedad
escandalosa. En medio de este estira y afloja entre Catalunya y España en el
que se necesitan voces sensatas que tiendan puentes para una solución de
consenso, el muy majadero, cual vedette decadente se sube por enésima vez al
escenario a airear los intríngulis de un recepción en el Palacio Real en honor
al presidente portugués Cesar Sampaio. Qué escena más patética. Qué decrépita narrativa
en la que él habla como un filósofo y sus oponentes balbucean como idiotas. Él
y sus partenaires se invisten de una
grandilocuencia histórica que los define. Vengo a ayudar a España argumenta el patético Gallardón para
desequilibrar el rifirrafe entre Ibarra/Bono y Pujol/Maragall. Ya conocemos sus
formas de ayuda nacional, muy próximas a las del matador de elefantes.
Ye entiendo el pánico a Podemos, estos pelanas
amenazan con quemar el retrato que se hizo don José Bono para que la posteridad reconociese sus salidas de tono como presidente del Congreso, costó la friolera
de 90.000 euros. El hedonista politiquillo se carga de sinvergüenza para disparar en la escena del crimen una proclama populista que no podrían superar los del partido del
Coletas Bolivariano.
¡Basta
de victimismos! Ni tú ni nadie de los que estamos en esta sala hemos sido
víctimas. Las únicas víctimas de la historia son los pobres, los parados, los
necesitados, vivan donde vivan…
en realidad el psoe fue la estirpe que el poder económico necesitaba y pronto volverá ha necesitarlos, vendían disfrazados de donantes... un saludo
ResponEliminaTal que así.
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